Mi transformacion

Estaba ahí, tranquila, haciendo absolutamente nada. Solo me encontraba acostada en el césped, mirando las nubes pasar. Ya casi era media tarde, así que entré a mi casa por la puerta de atrás con dirección a la cocina. Abrí la heladera con la esperanza de que haya algo para comer, o por lo menos para beber.

Lo único que había ahí era un vaso con un líquido anaranjado, lo cual yo creí que era jugo. Recogí el vaso de vidrio y lo examiné, dos minutos después me había dado cuenta recién de que tenía una pequeña nota pegada de un costado. Decía “no beber”. ¿Mi mamá lo había puesto? Y si era así, ¿Por qué no quería que lo bebiera? Yo podía ir más tarde a la tienda de la esquina y comprarle más, no lo notaría. Acerqué el vaso a mis labios y empecé a beberlo. Al principio me pareció dulce, demasiado como para ser un jugo normal.

Pero unos segundos después, escuché como el vaso de vidrio se estrellaba contra el piso, al mismo tiempo que yo sentía un ardor en mi garganta, que luego se extendió a mi pecho y luego al resto del cuerpo. Apenas pude llegar a pie al patio de atrás, me dejé caer en el césped limpio. Me llevé las manos a la garganta en un inútil intento de que desaparezca ese ardor. No sabía que me pasaba, pero solo sentía algo: desesperación.  Luego entendí a qué se refería la nota con “no beber”. Pero, ¿por qué había esa poción en la heladera?

De repente, sentí que algo me crecía por las piernas, miré hacía ellas y me quedé sin habla. Jamás había visto algo cómo eso, creía que esa clase de cosas ocurría en las películas, pero no. En vez de pies tenía. . . pezuñas. Al segundo, mis brazos también desparecían, dejando en su lugar lo mismo que en mis piernas. Después de unos 3 dolorosos minutos, me sentí incómoda en mi propio cuerpo. Noté que estaba parada, pero apoyaba mis dos brazos y mis dos piernas, como un animal.

Recordé que detrás de un árbol de mi patio, hay un espejo de cuerpo entero, con el cuál yo jugaba de niña. Fui como pude hasta ella, lo cual tarde varios minutos.

Una vez que llegué al espejo,  no estaba segura si era un reflejo mío, yo solo veía a un lindo caballo blanco de pelo corto que me miraba. No fue hasta que miré hacia abajo, hacía mis “pies”, que me di cuenta. . . ese caballo era yo. Cerré los ojos, con la pequeña esperanza de que todo sea un sueño, que en realidad esa cosa que bebí no me haya transformado en eso. Pero al abrir de vuelta mis ojos, supe que era la realidad, el caballo blanco me seguía mirando por el reflejo del espejo. Moví mi cabeza y el caballo también lo hizo. Tenía miedo, ¿qué clase de líquido era ese?, pensé.

Después de aproximadamente una hora (en la cual solo pesaba que hacer y daba vueltas), escuché un grito bastante fuerte, provenía de la casa de al lado, la casa de los Johnson. No sé si fue por instinto o qué, pero unos segundos más tarde ya me encontraba saltando la cerca que dividía nuestros patios y troté hasta dónde provenía el barullo.

Jessica, mi vecina de mi misma edad, estaba siendo asaltada por un ladrón que lucía armado, trataba de sacarle su mochila. No entendía cómo ese hombre había llegado al patio de ella, pero por lo menos yo pude llegar hasta ahí. Ambas miradas me miraron extrañados y dejaron de pelear u momento, tanto Jessica como el ladrón debían de preguntarse “¿y ese caballo qué? Corrí un poco hasta el maleante, me di vuelta y lo pateé por atrás, lo cual debió dolerle mucho. Volví a darme la vuelta y Jessica parecía llamar a la policía mientras que el hombre se hallaba inconsciente en el suelo.

Ella volteó a verme y me miró con una mirada agradecida, yo solo moví un poco mi cabeza devolviéndole el gesto y salté de vuelta hacia mi patio.

Fui hasta una parte de mi patio, que tiene conexión con el bosque de la ciudad, y de ahí pensé cómo volver a ser humana. Repetí varias veces en mi cabeza humana, humana, humana.

Justo en ese momento, volví a sentir el mismo ardor que antes, simplemente que un poco menos doloroso. Volví a caer en el piso, pero esta vez quedé inconsciente.

Cuando abrí los ojos, estaba en mi cama, en forma humana. Me aseguré de que era yo y mi cuerpo real. Y si, suspiré aliviada. Solo fue un sueño, me dije a mi misma.

Me levanté, vestí y desayuné en media hora. Luego casi al mediodía, vino Jessica de visita para almorzar.

 - Oye, ¿te cuento algo súper curioso? – dijo luego de que la saludé a la entrada.

 - ¿Qué? – acto seguido empecé a beber de mi vaso de agua.

 - Ayer pasó algo raro y peligroso en mi patio. – empezó a narrar – Estaba ahí para luego poder irme a mi clase de piano, cuando de la nada vino un ladrón e intento robar mi mochila, ¡y luego vino un caballo blanco que lo pateó! – casi me atragantó el agua en cuanto terminó de contar su historia.

 - ¿Estás bien? – me preguntó luego.

 - No, no lo estoy -  respondí después de que vi a mi mamá desechar un vaso con nota con líquido naranja adentro. . .